La palabra cultura es utilizada comúnmente para hacer referencia a las diferenciaciones regionales del país, en particular me refiero a Colombia por su destacada diversidad de regiones, costumbres, y con ello culturas. Dependiendo de cada región y sus características geográficas se habla de comportamientos propios de las personas que habitan las mismas, es así como entonces en la costa caribe se habla de una cultura tranquila, despreocupada porque todo está cerca de sí mismos, amable, calurosa no solo por el clima sino por la cercanía de las personas; y en otro contexto se habla de la cultura del centro de país un poco más reservada, enfocada en lo culto quizás porque ha sido en el centro del país en donde surgieron las primeras instituciones de gobierno y es donde las oportunidades de formación académica más se ha evolucionado.
Así como en el país, el mundo empresarial también tiene culturas, cada empresa dependiendo principalmente de su líder y del impulso que éste tenga para promoverlo desde la operación de su organización, tiene una cultura específica que determina los códigos de conducta de las personas que la integran. Esto es importante analizarlo bajo un lente estratégico ya que no solo la cultura se forja se quiera o no como resultado mismo de tener seres humanos en ella, sino porque gestionándola adecuadamente es realmente el mejor aliado para la consecución de los resultados deseados por los directivos.
Hay empresas que surgen, crecen y evolucionan sin poner foco en la cultura, vemos casos de este tipo de organizaciones muy exitosas que en algún punto deben hacer una parada en el camino para repensarse desde esos criterios que hace que tomen las decisiones que toman, es decir, desde la cultura, porque las dinámicas cambiantes de los contextos empresariales las obligan a ver qué camino deben seguir para sostenerse en el tiempo. Hay otras empresas que desde el primer día constituyen valores, filosofías, propósitos, misiones, visiones, estructuras jerárquicas, los no negociables, estilos de liderazgos entre otros componentes, pero su operación diaria se guía por voluntades diferentes a todo lo anterior, por el afán que trae lo urgente y lo importante, y entonces todo el trabajo cultural queda simplemente escrito en un papel o colgado en cuadros en las paredes que nadie lee.
Los casos anteriores son los dos polos opuestos al ideal de una organización consciente que busca justamente regirse por una cultura compuesta por valores, líderes conscientes, un propósito superior, integrantes felices, y coherencia entre todo lo anterior para tomar sus decisiones del día a día. Las organizaciones conscientes hacen de los componentes mencionados anteriormente parte fundamental de su estrategia de gestión para alcanzar los resultados deseados, y entonces esto se vuelve parte no solo de las paredes, sino del ejemplo que los líderes brindan a sus equipos mediante sus acciones diarias, y estos a su vez lo transmiten a los clientes con seguridad.
La cultura para una organización consciente es el activo intangible más preciado porque es el insumo que los integrantes tienen para analizar su contexto y responder a su realidad con comportamientos deseados ya que han sido previa y cuidadosamente pensados para que correspondan con la estrategia. Si todos los procesos organizacionales están alineados con la cultura deseada, las posibilidades de pasar por situaciones de estrés por amenaza al modelo de negocio del contexto cambiante se reducen, porque los cambios harán parte del día a día y todos estarán listos para enfrentarlo como un solo equipo, guiados por los mismos principios. Esta es la clave del éxito de la nueva generación de empresas que invita a todas las demás a aumentar su consciencia frente a la importancia de gestionar una cultura sana para quienes integran y hacen posible que la magia ocurra.